Conversatorio con Francisco Román Campos

Por Orlando Rojas Pérez – La solemne ceremonia de los Premios Evaluamos a la Innovación TIC 2017, cuyo lema fue: Innovación Colombiana y transformación digital, no pudo comenzar de mejor manera, que con el conversatorio con el ingeniero Francisco Román Campos de la facultad de ingeniería de la Universidad Nacional. En el que con sus respuestas reveló lo que desde el año 2006, Evaluamos conocía, pero que no podía contar. Román, además, con la sencillez y humildad que lo ha caracterizado, con sus respuestas, imágenes presentadas y especialmente con un video, mostró parte de sus investigaciones, proyectos y las siete patentes que ya posee y seguiremos contando, no solamente en número de patentes sino con las noticias de todos los adelantos, descubrimientos y logros que este super brillante ingeniero le entrega a Colombia y a la humanidad.

 

Muchas gracias al ingeniero, por sus historias, por compartir con nosotros sus extraordinarias experiencias y especialmente por ser tan abierto y transmitirnos sus conocimientos y consejos para que otros colombianos puedan seguir sus diversos caminos hacia el emprendimiento, la innovación y el éxito, en esa dura tarea de convertir a Colombia en un mejor y más productivo país, con la ayuda de tecnología colombiana.

 

PERFIL DEL INGENIERO FRANCISCO ROMÁN CAMPOS
Ingeniero Electricista de la Universidad Nacional de Colombia

Profesor de Ingeniería eléctrica y electrónica

Especializado en la Universidad Fridericiana de Karlsruhe en Alemania

Obtuvo maestría en la Universidad Nacional de Colombia

Ph D, es decir Doctor en Filosofía de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Upsala, Suecia

Ha participado en la investigación, desarrollo y obtención de siete patentes

Ha recibido dos reconocimientos de la Fundación Alejandro Ángel Escobar, uno de los mejores 22 profesores, alumnos y egresados destacados de la Facultad de Ingeniería en sus 150 años, en Shangai, China recibió reconocimiento por su dedicado servicio y notables contribuciones al avance de las investigaciones de rayos tanto como investigador como docente. En el año 2007, ganó el Premio Evaluamos en Investigación Tecnológica y además recibió el premio como lo mejor del año 2006.

 

CONVERSATORIO CON UN INGENIERO DE ÉLITE

 

Orlando Rojas Pérez: Doy las gracias al ingeniero Francisco Román Campos, es un personaje completo, es una persona que yo creo que todos nosotros y los jóvenes colombianos debemos imitar, admirar, seguir sus caminos y sus conceptos.

Creo que el mejor tema para comenzar es preguntar: Usted estudió las distancias de protección contra rayos de los transformadores en líneas de alta tensión, e hizo cambiar las normas colombianas, distancias máximas en Estados Unidos. ¿Por qué razón esa no fue su primera patente?

Francisco Román Campos: Lo primero que tengo que hacer es agradecerte Orlando por la posibilidad de estar aquí, por ustedes, la presencia y la posibilidad de contarles un poco lo que ha pasado en estos años.

¿Qué pasó con los rayos? Yo creo que, nosotros iniciamos un grupo de investigación en la Universidad Nacional y encontramos que era un desastre para las empresas de energía, la cantidad de transformadores que se dañaban.

Transformadores produciendo un daño ecológico impresionante, donde la mitad de los transformadores los cambiaban cada año y en algún congreso yo pregunté, bueno cómo es aquí, no se daña el punto uno por ciento y en Colombia el cincuenta por ciento. Entonces dijimos aquí hay algo raro, hay que buscarlo, y encontramos que parte del problema era la instalación misma, ¿y por qué?, porque habíamos copiado la norma de los Estados Unidos, donde no había muchos rayos. Entonces esa fue una primera alarma, copiar es peligroso, si uno no analiza realmente qué puede pasar. Entonces yo creo que esto fue una gran enseñanza y podemos ver otras cosas.

Para hacer esto instalamos la primera línea de investigación de rayos en Colombia, hicimos la primera medición de rayos en La Palma, Cundinamarca, uno de los sitios más tormentosos de Cundinamarca y de Colombia y, fue nuestra primera aventura.

Qué pasó después, en una casa en La Palma, donde el techo era en zinc pero estaba sostenido sobre madera, cayó un rayo una vez y una niña murió; entonces qué pasó acá, quedó esa duda sobre los objetos metálicos que no están aterrizados pero están sumergidos dentro del campo eléctrico de la nube. Entonces ahí empezó todo. Con esta idea me fui a la Universidad de Upsala en Suecia a hacer mi doctorado.

 

Orlando Rojas Pérez: Cuéntanos sobre cuántas patentes tiene, con cuántas patentes se ha involucrado que ya están aprobadas.

Francisco Román Campos: Tenemos siete patentes y la primera es una consecuencia de lo que pasó en La Palma, el premio que organizó Brigard y Castro al Mejor Inventor del Año en el 91, yo propuse unos métodos de protección para los transformadores de distribución, pero finalmente no logramos hacer la patente. Ellos ofrecían tramitar la patente pero me fui a Suecia, entonces quedó esa inconclusa pero luego vinieron algunas otras que son consecuencia de los objetos metálicos flotantes. Entonces un aparato que usa un electrodo flotante para extraer energía del campo eléctrico, además esos objetos flotantes podrían producir descargas como cuando uno se baja de un carro y toca, se produce una gran descarga, en tiempo muy corto pero son valores muy altos de variación en el tiempo. Entonces logramos hacer un generador repetitivo de impulsos y, una forma de medir el campo eléctrico atmosférico.

Todo esto para probar dispositivos de protección contra rayos, después vino una fuente de corriente de alta impedancia en el 2000, haciendo una experimentación en la Universidad de Guanajuato en México, entonces tenían un transformador, unas esferas y logramos reproducir el experimento y apareció algo nuevo, una fuente de corriente de alta impedancia.

Luego sacar energía de las nubes y actualmente también sacar energía de las líneas de transmisión para alimentar casas que están aisladas y lo último que salió este año fueron las protecciones contra rayos de hamacas y tiendas de campaña; de esto hablaremos más adelante porque la tragedia es grande, se muere un saldado cada mes en Colombia y quedan cuatro heridos por culpa de los rayos y habrá otras personas que no sabemos que también están muy expuestas y es un problema que hay que resolver. Esperamos que estas patentes ayuden a eso.

 

Orlando Rojas Pérez: Esas son las patentes que ya están aprobadas, ¿cuáles están en camino, en qué proyectos anda?

Francisco Román Campos: Buenos son variaciones alrededor del mismo tema, afortunadamente el tema es insondable, o sea vuelven a aparecer nuevas ideas, estamos tratando de obtener energía del campo eléctrico para dispositivos electrónicos, utilizando las nubes de tormenta, alarmas contra rayos, estamos en la Universidad Nacional con un colega, queremos que cada parque de la ciudad tenga una alarma contra rayos que no pase esto de que están jugando fútbol y nadie advierta que el peligro del rayo es muy grande.

Protección de personas contra rayos, de pronto un traje que permita no exponerse y recibir un impacto directo de rayo y, finalmente obtener hidrógeno del agua, el hidrógeno está muy de moda como combustible, entonces hay algunas ideas alrededor de esto. Eso sería lo que estamos haciendo ahora Orlando.

 

Orlando Rojas Pérez: Nos podría contar algo de la historia de esa primera patente, entiendo que tiene mucha historia familiar por detrás…
Francisco Román Campos: La primera patente fue la de los electrodos flotantes, estaba yo en Upsala en un día de tormenta de nieve y apareció mi hermano Gustavo  que es neurólogo, profesor de la Universidad de Texas que trabaja temas de Alzheimer; llegó a la Universidad, yo estaba haciendo unos experimentos: producía una descarga y lograba que parecieran descargas en otros sitios; sencillamente el poder de las puntas hace que yo pueda transferir energía de la descarga del generador a unas distancias interesantes, “eso es como transmisión de energía inalámbrica por qué no patentamos esto”, y salieron las patentes: de los electrodos flotantes que surgieron del accidente de la niña en La Palma y de los transformadores que estaban una parte, involucrados con electrodos flotantes. Lo que tenemos hoy en la Universidad Nacional, es tratando de extraer energía de las nubes de tormenta, que es una de las patentes.

 

Orlando Rojas Pérez: Usted reprodujo el experimento de Benjamín Franklin -la historia de la cometa- con electrodos flotantes, ¿finalmente qué logró?

Francisco Román Campos: Buenos eso fue muy interesante porque lo que la gente sugirió después de que Franklin se inventara el pararrayos, pues que sería muy interesante andar con un pararrayos, con una sombrilla con conexión a tierra, las mujeres con sombrero con conexión a tierra; afortunadamente no se concretó la cosa porque todas se habrían muerto con esta protección insuficiente.

El experimento de Franklin cuando yo lo vi por primera vez, yo pensé que a Franklin le había caído un rayo en la cometa, pero por fortuna no le cayó un rayo en la cometa; sencillamente él tenía una cometa con una punta metálica, con un conductor hacía un sitio aislado donde cada vez que caía un rayo en alguna zona, había transmisión de energía inalámbrica, la recibía este conductor y él pudo cargar un condensador… Entonces fue el primer experimento donde se demostró que los rayos eran originados por la electricidad, no eran cosas de los dioses, Zeus, etc., sino había un origen eléctrico y yo creo que la importancia del experimento de Franklin, lo más importante es que fue la primera vez que la ciencia se movió de América hacia Europa, se invirtió el camino del viejo mundo hacia este mundo. El nuevo mundo era capaz de producir conocimiento hacia el viejo mundo; entonces aquí tenemos un electrodo flotante, yo haciendo experimentos y después me di cuenta que Franklin había hecho eso antes, experimentos con electrodos flotantes, donde la energía se transmitía por efecto del campo eléctrico, eso es más o menos el resumen de lo de Franklin.

 

Orlando Rojas Pérez: ¿Por qué no nos cuenta esa historia entre aplicar sus patentes para fines bélicos o para fines pacíficos?
Francisco Román Campos: Cuando estábamos patentando los electrodos flotantes mi profesor de Eslovenia me dijo, bueno usted está produciendo… carga un objeto flotante y lo descarga muy rápidamente contra otro objeto; es como cuando uno se baja del carro como les decía y se produce una descarga electrostática, entonces esto lo puede utilizar y fabricar un condensador; un generador de impulsos. Entonces me permitió fabricar este generador donde tenemos esta parte es la parte que está en tierra, la parte de allá es la parte de alta tensión y adentro hay un electrodo flotante y, por acá en esta parte poníamos los dispositivos de protección contra rayos para probarlos, entonces me dijo, eso tiene aplicaciones bélicas, usted por dónde se quiere ir, no yo no quiero hacer armas yo quiero irme por el lado de protección contra rayos y curiosamente pasaron cosas con este generador.

 

Orlando Rojas Pérez: Yo creo que es el momento entonces de entrar en más detalles. Cuando Francisco Román se ganó el premio Evaluamos en 2016, tuvimos que firmar unos acuerdos de confidencialidad con el compromiso de que no íbamos a contar realmente las buenas razones por las cuáles se ganaba el premio, era seguridad nacional, la seguridad de Francisco, la seguridad de su familia, la seguridad de la Universidad Nacional, entonces tuvimos que guardar silencio. Además, después supe que también había un contrato que durante cinco años no podía contar, pero hoy lo vamos a hacer público y yo quiero que Francisco nos haga esa historia de cómo aplicó eso; cómo alguien que está sentado en primera fila, invitado muy especial, el Doctor Jorge Reynolds, fue la persona que le dio la idea de utilizar esas patentes en eso que Francisco nos va a contar…
Francisco Román Campos: Bueno este generador producía impulsos electromagnéticos muy rápidos, entonces fui con mi hermano Fernando, en ese momento almirante de la Armada, estaba con el profesor Reynolds en la investigación de las ballenas, estaba apoyando el estudio del corazón de las ballenas y el profesor dijo; oye, pero no se podría enviar ese impulso electromagnético Probar si podemos destruir las minas, las minas antipersonas, los artefactos explosivos improvisados. Pasaron unos diez años y logramos hacer la cosa.

Proyecto Cattleya
A pesar de que las minas antipersona fueron prohibidas por el Tratado de Ottawa, lo cierto es que su uso ha continuado y en el caso particular de Colombia ha crecido enormemente arrojando víctimas humanas por miles, tanto civiles como militares.

En el 2006 se creó el proyecto Cattleya, el cual es liderado por científicos de la Universidad Nacional de Colombia, bajo el auspicio de Codensa, Ecopetrol, Empresa de Energía de Bogotá, Emgesa, Empresas Públicas de Medellín, ISA, Isagén, y con el apoyo logístico de las fuerzas militares. Igualmente, el proyecto contó con el apoyo de las universidades Escuela Politécnica Federal de Lausana, Suiza y del Grupo de Electrónica y Sistemas de Comunicaciones, GEST de la Universidad de los Andes de Colombia.

En la primera fase del proyecto que contó con la participación de cerca de una decena de científicos de la más alta cualificación, se concluyó que el estudio debía centrarse no en la mina como conjunto sino en una parte específica: el detonador. Durante este proceso se estudiaron bajo condiciones controladas de laboratorio, los diferentes tipos de detonadores más usados en las minas instaladas en Colombia para poder establecer así sus características electromagnéticas.

Cuando una persona pisa una mina lo que está haciendo sin saberlo es activar un circuito eléctrico que empieza a alimentar un detonador; el detonador es básicamente una resistencia, de modo que se calienta con el flujo de electricidad y provoca finalmente la activación del explosivo.

Una vez que Cattleya estableció cuál era la mínima cantidad de energía necesaria para activar diversos tipos de detonadores, se procedió a la segunda fase del proyecto que se llamó, fase de radiación. Para desarrollar esta segunda fase se construyeron diversos tipos de generadores de antenas que pudieran radiar impulsos electromagnéticos capaces de viajar por el aire y penetrar incluso la tierra.

Esta energía electromagnética lograría la activación de los detonadores y por ende la explosión de la mina. Los impulsos electromagnéticos actúan simultáneamente en numerosas frecuencias dentro de un ancho rango, distribuyéndose su energía original casi equitativamente en todas ellas; en pocas palabras, su cobertura es muy amplia pero su impacto es muy débil, debido a este principio, las pruebas realizadas en el laboratorio, solo arrojaban resultados satisfactorios cuando los detonadores estaban ubicados a escasos centímetros de la fuente de impulsos electromagnéticos, lo cual no permitía tener mayores esperanzas sobre su futura aplicación práctica. Pese a constituir un auténtico éxito experimental, en este momento el proyecto parecía haber llegado a un punto de no retorno, los impulsos electromagnéticos no podrían activar las minas debido a las limitaciones impuestas por la física de las descargas eléctricas.

El apoyo de la empresa privada, de las universidades, de las fuerzas armadas, la conformación de un grupo científico de élite, la creación de un laboratorio de última tecnología, todo parecía haber sido en vano. Las mentes de los científicos sin embargo continuaban trabajando sin descanso en la búsqueda de una solución al dilema y así se planteó la posibilidad de irradiar la mina, no ya con impulsos electromagnéticos sino con microondas. Tras la realización de una compleja serie de modelos matemáticos y de pruebas preliminares, se construyó una nueva antena y se adquirió una de las fuentes de microondas más poderosas conocidas en el mundo moderno: un magnetrón. Una vez que el magnetrón llegó a Colombia y el equipo estuvo ya satisfecho con los experimentos realizados en el laboratorio, se decidió que había llegado el momento de probar el procedimiento por primera vez en campo en condiciones reales.

Los detonadores de las minas fueron colocados como blanco en un área de pruebas del Ejército Nacional; a una distancia de 25 metros se instaló el magnetrón, se confirmó que su complejo sistema de alimentación eléctrica estuviera funcionando correctamente, se alineó la antena y tras colocarse el equipo detrás del marco de seguridad, sonó el pitazo que marcaba el inicio definitivo de la prueba. Tras el pitazo, pasaron algunos segundos, el magnetrón ya se había activado, la antena estaba apuntando y todo era expectativa. Con la explosión de varios detonadores de minas a la distancia, estando incluso ocultas entre superficies de arena, el proyecto Cattleya probó ser todo un éxito.

A pesar de los logros del proyecto Cattleya, el proceso para su implementación exige nuevos esfuerzos y mayores recursos. En primer lugar, es necesario adquirir magnetrones más poderosos para poder continuar así con las pruebas, también se debe diseñar la instalación de todo el equipo en una aeronave, idealmente un helicóptero que sea capaz de sobrevolar los territorios amenazados haciendo explotar las minas desde el aire.

Para poder cumplir con estos objetivos finales y dar así un paso decisivo en la lucha contra el flagelo de las minas antipersona y la construcción de la paz, el proyecto Cattleya necesita de usted.

 

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Orlando Rojas Pérez: Aquí entramos a otro punto que vale la pena hacer referencia, ¿de dónde salieron todos esos apoyos? En parte de la historia que yo sé es que Paula Arias cuando trabajaba en la rectoría de la Nacional fue la que se encargó de conseguir los recursos, de firmar contratos y algo muy interesante; incluyó una cláusula en los contratos que en caso de que las patentes produjeran dinero, el 10% de ese producido, se quedaba en la Universidad para financiar las investigaciones de los cursos de posgrado y doctorados. ¿Pero de dónde salió todo ese dinero?
Francisco Román Campos: Yo creo que la cifra fueron 2 millones de dólares, lo que costó este proyecto; pero cuando uno ve por ejemplo a los japoneses diseñando un detector de metales, pueden gastar 4 millones de dólares. O sea, fue muy barato en el sentido que hicimos muchísimo con el apoyo, aquí faltan comentarios, por ejemplo, la Universidad de Upsala recibió algunos de nuestros estudiantes para formarlos en doctorado en descargas eléctricas, otro se formó en la Universidad EPFL de Suiza, los suizos nos dieron becas para los muchachos. También la Universidad de Arizona y la Universidad de Nuevo México, todo el mundo estaba interesado en este proyecto. ¿Por qué? Porque una onda electromagnética se puede convertir en terrorismo electromagnético o interferencia electromagnética intencional que es como se nombra actualmente; entonces la posibilidad de que una onda de este tipo pudiera parar en un carro en la avenida, en una autopista alemana viajando a 200 kilómetros por hora, podría ser un desastre.
A los suizos les interesaba la defensa de la sociedad, entonces por eso trabajaron con nosotros, se formaron 4 doctores dentro de este proyecto con los suizos, 2 doctores con la Universidad de Upsala y en este momento tenemos profesores de la Universidad de Estocolmo, de la Universidad de Upsala; en universidades de Brasil, Argentina formados dentro del grupo de investigación, y esto no se hubiera logrado si Paula no da el primer paso que fue conversar con el director de Codensa, con el presidente de Codensa, un español, y fue muy abierto.
Esto me gusta yo quiero apoyarlos e invitó a todas las empresas de energía y, ¿por qué? Ustedes recuerdan que tumbaban las líneas de transmisión y los expertos de la empresa de energía, de ISA por ejemplo, levantaban las torres en siete horas, o sea récord mundial. Entonces decidieron dejar minado todo el terreno alrededor, entonces ya se demoraban 15 días, un mes levantando una línea, entonces por eso ellos estaban muy interesados en esto.
Las patentes que intentamos hacer con el proyecto no se lograron, pero el objetivo era que la universidad estuviera involucrada recibiendo regalías de estos trabajos.

 

Orlando Rojas Pérez: Ya que usted habla de científicos que aportaron, hay algo que usted no ha contado, pero yo sé… Que hay un científico que diseñó la seguridad del Air Force One, el avión del presidente de los Estados Unidos que lo protege contra cualquier tipo de ataque, ¿es cierto que él colaboró con ustedes?
Francisco Román Campos: Bueno el profesor Karl Bohm que es una biblia en temas de interferencia electromagnética intencional, él hizo las pruebas del avión presidencial de los Estados Unidos. Hicieron en el desierto de Nuevo México, una plataforma en madera sin un solo clavo y ponían el avión presidencial como si estuviera volando. El profesor Karl Bohm diseñó los generadores de impulso tipo rayo y tipo descarga nuclear, porque la idea es que una bomba atómica que explotara a 10 kilómetros de altura, producía radiación electromagnética, interferencia electromagnética intencional que destruiría todas las comunicaciones de los aviones y del país, etc.
Entonces el profesor Karl Bohm estuvo muy interesado en el proyecto, vino a nuestro laboratorio, nos estuvo apoyando; en la Universidad de Nuevo México estuvimos enviando también doctorandos.

 

Orlando Rojas Pérez: ¿El proyecto contra las minas antipersonas sigue vivo o está muerto?
Francisco Román Campos: En este momento probamos que es posible hacerlo, destruir las minas eléctricas, que tienen detonadores eléctricos utilizando ondas electromagnéticas.
La segunda fase del proyecto, quiero ser sincero, ya requería otros tres millones de dólares y ya cuando estábamos a punto de hacer la negociación, una de las empresas fue vendida y a los nuevos compradores no les interesó el proyecto y produjo una caída en cascada de todas las demás.
Se nos quedó el proyecto ahí, no hemos intentado, en estos momentos lo que estamos trabajando es con mi colega Félix Vega que se doctoró en Suiza con este proyecto, en la Universidad tuvo su doctorado y en Suiza le dijeron por qué no hace otro doctorado y se quedó en Suiza e hizo un segundo doctorado, Félix Vega es profesor del departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Nacional.
Él está trabajando en este momento con dos universidades alemanas y con la universidad de los Andes en detectores de minas más eficientes que permitan detectar por ejemplo explosivos plásticos o la radiación electromagnética que produce el rebote de ondas electromagnéticas contra el ANFO y los explosivos, etc., es un proyecto que va adelante y digamos fue el premio de consolación. Todos los equipos que compramos sirven para este estudio.

 

Orlando Rojas Pérez: Yo tengo algo que parece interesante para compartir. La primera vez que yo lo entrevisté usted me mostró unas baterías recargables que estaba cargando del campo eléctrico de las nubes y cuando salimos, duró la entrevista como una hora, hora y media después, se cargaron como 0,1 voltios respecto al momento que entramos. Me da mucha curiosidad saber si eso sigue adelante y también me interesa saber, la transmisión de energía inalámbrica y extraer energía de las líneas de alta tensión para alimentar un caserío de 20 casas, todo eso en qué va, ¿qué podemos esperar?
 

Francisco Román Campos: Los electrodos flotantes y las descargas que se producen sobre los objetos metálicos, producen unas corrientes pequeñas; nosotros estamos recolectando energía del campo eléctrico y logramos muy poca energía, hemos logrado energía como para cargar la pila de un reloj, pero más que todo esto viene gracias a que el otro colega, Antonio Mejía, cuando yo llegué de Suecia dijo, oiga por qué no hacer un jardín con astas de un tipo que recoja energía del campo eléctrico, y en ese jardín tenemos cinco electrodos centrados y hemos cargado energía; pero cuando las nubes pasan se cargan las baterías pero también hay una carga básica cuando los electrodos flotantes se comportan como antenas, entonces las emisoras de Colombia nos están dando energía para cargar las baterías también. Entonces tenemos una energía electromagnética y la energía del campo eléctrico que se han sumado en este proyecto, seguimos trabajando en esto.

 

Orlando Rojas Pérez: Aquí hay mucha gente muy experta en telecomunicaciones, yo me acuerdo que una vez usted me contó que estaban frenados por la antena que iban a usar para el disparador de minas antipersonas, y que era un ingeniero de los Andes especializado en antenas. Yo creo que posiblemente ninguno de nosotros sabe quién es él, porque no nos dice quién es ese ingeniero experto en antenas…
Francisco Román Campos: El profesor Néstor Peña, el alma de la parte de alta frecuencia por parte de la Universidad de los Andes y hemos realizado un trabajo durante muchos años y, Néstor Peña creo que ustedes lo conocen es un especialista en antenas, estudió en Francia y fue el corazón para hacer este proyecto donde tuvimos que comprar antenas por ejemplo en Francia y llevarlas a Suiza, hacer experimentos en Suiza y luego traerlas a Colombia, todo esto se puede con posibilidades de hacer trabajo de primer mundo.

 

Orlando Rojas Pérez: Ese proyecto de la alarma, de nivel crítico de caída de rayos, ¿por ejemplo cuánto costaría hacer un proyecto de esos, ¿cuánto costaría hacer unos 10, 20 prototipos y a cómo saldría cada sistema de alarma digamos al final?
Francisco Román Campos: Tú tocas el punto débil mío y es que no sé calcular casi nada en cuanto a precios, pero si pensamos en doctorandos, yo creo que unos 300 millones sirven para formar un doctorando que saque los productos que se necesiten para hacer las antenas. Sobre todo, que vemos posibilidades interesantes de usar las descargas corona, las agujas, más el comportamiento de estas antenas; entonces tenemos estas variables más las variaciones atmosféricas justo antes de que caiga el rayo. Entonces hay posibilidades de unir todo esto y hacer alarmas muy baratas que después pueden salir en menos del orden de 500 mil pesos para colocar en los parques y colegios.

 

Orlando Rojas Pérez: ¿Su proyecto de imitar y profundizar en su ídolo Nikola Telsa y transmitir energía inalámbricamente en qué va?

Francisco Román Campos: Lo que estamos haciendo es obtener energía inalámbricamente a través de las descargas corona de los electrodos flotantes. Faltan muchas cosas por avanzar un poco más en ese campo, hay unos problemas inminentes como estos, un soldado que le ha caído un rayo en la cabeza, sentado debajo de un árbol; el rayo cayó en el árbol y lo mató. Entonces este problema queremos solucionarlo, ya comentaba yo, un muerto por mes y casi cuatro heridos; entonces vamos por acá pero no olvidamos lo otro.

 

Orlando Rojas Pérez: O sea que podemos soñar con un sistema de alarma en cada parque, en cada campo deportivo de un colegio, en cada playa…
Francisco Román Campos: En cada carpa de los soldados, en eso estamos pensando.

Orlando Rojas Pérez: Con la misma sinceridad con la que nos ha contado todas estas cosas, ¿qué le recomienda a todos los innovadores colombianos, a todos esos emprendedores, cuáles son sus mejores consejos?
Francisco Román Campos: Bueno, yo creo que el mejor consejo es creer en uno mismo, romper las cadenas, seguir adelante. Recuerdo un libro que leíamos con mi hija, que un elefante encadenado desde bebé; cuando el elefante pesa varias toneladas, sigue con la misma cadena pensando en que no la puede romper. Entonces yo creo que esas cadenas nos las han inculcado muchísimo, hay que romper esas cadenas y sobre todo, no hacerse zancadilla a uno mismo.
Este era un proverbio de unos amigos alemanes que estaban jugando fútbol y le dije, oye mira tú hijo es muy rápido, podría ser un gran jugador de fútbol y ella me respondió: Si él mismo no se pone sus propias barreras tal vez lo va a ser.
Todo está en uno, las posibilidades están completamente abiertas y yo me aterro viendo aquí al profesor Reynolds resolviendo problemas desde hace más de 40 años, confiando en que se puede llegar a un producto final. Yo creo que la confianza es lo que quiero dejar en el ambiente, confiar y vamos para adelante.

Orlando Rojas Pérez: Sol Marina de La Rosa quiere que hable de las hamacas…Lo que yo sé es que de esas siete patentes, una fue aprobada en enero y dos salieron en febrero y una de esas es la de las hamacas.
Francisco Román Campos: Bueno la idea es utilizar el principio de la Jaula de Faraday, entonces le damos al rayo un sitio de impacto, el rayo se va a la tierra, pero la hamaca se va a construir en telas conductoras que es la nueva tecnología. Las telas conductoras entonces actuarán como una Jaula de Faraday y la persona dormiría en un sleeping bag también conductor, entonces podemos garantizar muchas cosas ahí; nos faltan alguna pruebas, por ejemplo los efectos de los campos electromagnéticos del rayo qué consecuencias podrían tener; pero con seguridad la cosa puede funcionar porque soldados que hemos visto, con los que hemos trabajado han desviado un rayo con una cadena, con la cadena de su identificación, ha caído el rayo y ha salido por delante y se han salvado.
Los plasmas que se forman cuando se funde la cadena generan un camino para esa gran corriente y eso es un salvavidas.

 

Orlando Rojas Pérez: Francisco Román Campos muchísimas gracias.

e

 

Ver nota:

 

Palabras de Orlando Rojas Pérez
En los Premios Evaluamos a la Innovación TIC 2017.
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